Por fin llego el día!
Como expliqué en la última entrada hace unos días nos avisaron de que el barco partiria una semana más tarde, así que nos quitamos un poco de estrés de encima, pero igualmente estos últimos días han sido muuuuy estresantes!
El sábado por la mañana empezamos a empaquetar y cargar cosas en la furgo, lo más difícil fue decidir que llevar, es como cuándo te hacen la típica pregunta de «que te llevarías a una isla desierta?» y tú te quedas ahí pensando… que voy a necesitar?? No es fácil, porque vale, sí, Cactus es grande, pero no tan grande como para poder llevarme toda mi ropa (de verano y de invierno) ni como para que Jose se pueda llevar todas sus herramientas… Fue difícil, sobretodo para él! 😉
Salimos bastante tarde de casa porque después de cargar la furgo también teníamos que «construir» una pared separadora entre la cabina y la zona de atrás, por razones de seguridad, como ya explique en la entrada de El envío de cactus.
Hicimos unos 200 km y paramos a dormir en un pueblecito cerca de donde viven los anteriores propietarios de Cactus. Así que el domingo por la mañana los fuimos a visitar, a enseñarles lo que le hemos hecho a Cactus y a que nos explicaran sus planes con un camión MAN KAT que están preparando como casa rodante!
Por la tarde continuamos el viaje y al fin llegamos a Antwerpen con tiempo suficiente para disfrutar de una deliciosa cena en Amadeus, restaurante muy recomendable (y no me llevo nada de comisión eh 😛 ).
Pero esta claro que no todo podía ser tan bonito… Cuando ya nos íbamos a acostar nos dimos cuenta de que una ventana estaba un poco mojada, quitamos uno de los paneles del techo y sorpresa! estaba entrando agua por las juntas… 🙁
Suponemos que es debido a todo el peso que hemos cargado en el techo, cuando pusimos la silicona en las juntas no había nada en él y ahora, le hemos cargado la baca, el portaequipajes, las placas solares, la rueda de respuesto… Así que puede ser que la silicona se haya agrietado o movido de sitio.
Poco podíamos hacer, era súper tarde, estaba oscuro y llovía a mares… Así que nos fuimos a dormir y al día siguiente Jose lo intento medio «arreglar» poniendo cinta americana por fuera y el arreglo de verdad pues ya lo haremos en Uruguay!
Así que nada, fuimos hasta la terminal del puerto donde Belgaco nos había mandado y allí en medio de un tráfico de camiones y coches exagerado vimos un pequeño edificio, entramos en él y después de unas 2 horas de un mostrador a otro… lo conseguimos!
Y allí dejamos a Cactus toda solita 🙁 Y ahora estamos en el tren de vuelta a casa con una mezcla de sentimientos difícil de explicar…
Solo esperamos que Cactus llegue sana y salva a su destino!